sábado, 5 de junio de 2021

La dependencia del cuidador.




Los padres, son algo así como la referencia del todo, la certeza, el refugio,…


Pero un día, sin saber por qué, las certezas, el refugio, la firmeza de sus pasos se vuelve errática, torpes, difusos, su seguridad se torna confusión, una duda encadenada, y el miedo lo ocupa todo.

54 años llevan mis padres juntos, sacando a cuatro hijos adelante, y sí, lo digo en presente, porque los padres mientras pisan esta tierra, sacan a sus hijos adelante, 


54 años en los que mi madre ha ejercido ese papel de dama de acero indestructible, garante de la armonía y cuidado de su familia. De mi padre, he de decir que es la parte imprescindible para completar la ecuación, sin él no hay equipo, ni orquesta, ni ecuación que resolver; que pese a su escasa formación académica por falta de oportunidades, jamás dejó de formarse hasta que la vista y la enfermedad decidieron por él, ¡todo un ejemplo!.


Y a eso iba, la enfermedad, un día, la enfermedad se presenta, y esta vez no viene de visita, viene para quedarse hasta el final, pero mientras el final llega, hay un desarrollo implacable que tiñe de miedo todo, 24/7, veinticuatro horas siete días. Porque quien ha estado 54 años junto a su compañero, a su parte del todo, no puede fichar las horas del miedo, porque son todas, porque quien ha dedicado su vida a cuidar, difícilmente y precísamente en ese momento sabe dejar de hacerlo, o hacerlo por momentos, y por tanto, difícilmente sabe dejar cuidarse, y ahí es cuando la dama de acero pierde sus superpoderes y se vuelve mortal y dependiente, aunque no sea consciente de ello. 

Como he dicho antes, nosotros somos cuatro hermanos, por suerte, o por educación recibida, los cuatro nos llevamos muy bien, y estamos ahí, calculando los pasos con anticipación, y procurando estar todos a una. Pero esta “suerte”, no es patrimonio de todas las familias, y con el tiempo cada vez va a ser menos común. Familias desestructuradas, familias sin hijos, familias monoparentales, familias con un solo hijo, esto es mucho más frecuente, y cada vez vivimos más años. Ante este futuro, que cada vez es más presente, creo que es necesario anticiparse al tsunami que va a terminar por mojarnos, a unos más que a otros, pero mojándonos. 


Una vez más, la tan denostada, por algunos “atención primaria”, va a jugar un papel clave para detectar estos casos, con un diagnóstico que se anticipe al desarrollo de una enfermedad mental, desencadenando con ello un mecanismo en el que deben estar involucrados directamente, servicios sociales y salud mental.  Para ello va a ser necesario reforzar con recursos humanos y dotar de agilidad administrativa todos estos servicios

Estoy convencido que es primordial ponerse a trabajar desde ya en ello, no solo por nuestros mayores que lo son, sino por nosotros que lo seremos.


Luego no digan que nadie se lo advirtió.


Javier Bernal Abellán


 

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