domingo, 28 de abril de 2013

LLuvia


La lluvia golpea los cristales de mi ventana, gritando incansable su presencia.
Recorrer caminos por los que mis pasos se clavaron a la tierra, como agujas incandescentes.
Habitar lejos de los muros levantados para proteger la libertad, y aprender a derribarlos.
Y la lluvia sigue ahí, reclamando mi atención, mojando el destierro de los parias de esta sociedad insociable.
Dejando al descubierto nuestra desidia, golpeando gota a gota,los rostros sin cara que pasaron por nuestras vidas,
y que jamás miramos de frente. Pero ellos siguen ahí, y nos miran con sus ojos vacíos de esperanza.

Y seguirá lloviendo en todas y cada una de nuestras ventanas, no dejara de gritarnos por nuestro silencio,
por la siesta eterna de nuestra rabia.

Quizás, un día, al desperezarnos, descubramos que la lluvia ya no golpea nuestra ventana, ya no nos reclama,
porque ese día, descubramos que la lluvia esta vez somos nosotros.

No importa hacia donde mire nuestra ventana, da igual lo alta que este, seguirá lloviendo,
la lluvia no cesara, mientras sea miedo lo que llena nuestras barrigas, mientras protejamos los muros que otros levantaron,
para proteger la libertad.



Javier Bernal Abellán
@ajopicao

lunes, 15 de abril de 2013

Son las olas



Son las olas, que avanzan y retroceden,
te envuelven, te susurran, te atrapan.
Son las olas y su son de mar, y su danza,
su canción marinera, su frío vientre.

Azul, blanco, arco iris, espejo del cielo.
Son las olas, hermanas del viento,
primas de la Luna, compañeras de sueños.
Son las olas, llanto de estrellas.

Cumbres del mar, altar de dioses.
Son las olas, morada de almas errantes,
recreo constante de esperanzas y anhelos.
Son las olas, descanso del olvido.

Rima consonante del mar, estrofa sin fin.
Son las olas, partitura de un vals infinito,
acuarela de un sueño al amanecer.
Son las olas, y te llaman hoy de nuevo.



Javier Bernal Abellán
@ajopicao



domingo, 7 de abril de 2013

Desconcierto en el páramo




Desconcierto en el páramo.
La hierba verde, baila con la brisa de la tarde un compás asonante de coplas ya olvidadas.
El riachuelo, busca entre la dura piedra,
el sentido de su descenso sin remedio a la muerte.
Ya se pierden las horas en el cri cri de la chicharra ,
en su bolsillo guarda celosa su única nota.
Los esbeltos álamos, acarician con sus copas los últimos rayos de sol.
Parece como si se estiraran, para con la punta de sus ramas
acariciar el ocaso de la vida.
Un susurro recorre de norte a sur, y de este a oeste, toda la pradera.
Es el viento, que trae el último saludo de las nieves de la montaña,
y portando en sus alforjas el preludio
de una primavera repleta de abundancia.
¡Jarana y algarabía en todo el valle!.
Los recuerdos del duro invierno,
se escriben en los renglones  curvilíneos del riachuelo,
y en el árbol caído por el grito sordo de la ventisca.
La vida llama a la vida, la muerte al olvido.
El cielo pide a la luna una hora más,
para exhibir el azul de su vientre.
Yo quiero rozar con la yema de mis dedos,
la hierba fresca por un instante,
por toda una vida...


Javier Bernal Abellán
@ajopicao